viernes, 28 de marzo de 2014

La Marcha de la Dignidad. El pueblo se pone en pie, la transición se acaba - Andrés Martínez Lorca

Con la muerte de Adolfo Suárez el Rey, el gobierno del PP y los dirigentes del PSOE quieren dignificar la inmunda política actual, los mismos que lo despreciaron en vida 

Tras la crisis económica provocada por la banca, llegó el saqueo de lo público (sanidad, educación, servicios sociales) en beneficio de la oligarquía. Los mismos bancos que originaron el hundimiento económico han absorbido a las cajas de ahorro que, levantadas con el ahorro popular, fueron llevadas al desastre por una casta de políticos y gestores corruptos. La política económica iniciada en 2010 por el gobierno del PSOE y continuada de modo implacable por el gobierno del PP significa no sólo la disminución de la renta nacional y el endeudamiento del estado sino el empobrecimiento de las clases populares y la progresiva desaparición de la clase media y los pequeños empresarios. Este desastre social ha sido bendecido por la Troika e incluso por el presidente de los EEUU que predica el neoliberalismo a pesar de tener en su país 46 millones y medio de pobres (datos oficiales de 2012) y varias decenas de millones de emigrantes sin derechos sociales ni civiles. 

En España primero fue el temor ante la negra nube que se avecinaba entre las bellas palabras de los políticos y los justificadores análisis de los economistas que anunciaban las medidas impopulares con la frialdad del meteorólogo de turno. Después, vinieron los recortes salariales, los despidos laborales, los desahucios de familias enteras por no poder hacer frente a sus hipotecas, la supresión de servicios de salud, el cierre de miles de empresas, la reducción de trabajadores públicos en sectores estratégicos.

Ante este insolente ataque a la mayoría de la sociedad, empezando por los de abajo, se pasó del temor y el miedo a la indignación colectiva. Así nacieron los potentes movimientos sociales del 15-M e Indignados, las Mareas Blancas (Sanidad) y Verdes (Educación), las Plataformas Antidesahucios y renacieron los antaño influyentes movimientos vecinales. 

En esas estábamos cuando se convocó unitariamente la Marcha de la Dignidad 22-M que acaba de tener lugar. A las columnas de manifestantes que han caminado durante días hasta Madrid desde todos los puntos de la península se han unido decenas de miles de trabajadores y vecinos de la capital que, como siempre en los grandes momentos (desde la Guerra Civil a la Transición pasando por las protestas antifranquistas y el No a la OTAN) sabe estar a la altura de las circunstancias y lejos de convertirse en corte palaciega se transforma en el corazón de la resistencia popular. El manifiesto de la convocatoria resume bien los objetivos políticos y sociales de la larga lucha popular por romper el asfixiante dominio de la Troika en España a través de los partidos políticos del régimen, de un régimen que está corroído por la corrupción desde la cabeza a los pies: http://marchasdeladignidad.org/objetivos/manifiesto/

En el mismo escenario en el que se despidió a la dirigente comunista Dolores Ibárruri, el pueblo ha alzado su voz este 22-M contra el expolio y el saqueo a que está sometido. Solidarios en la lucha común veíamos a nuestro lado a los mineros asturianos, a los jornaleros andaluces, a los campesinos gallegos, a los trabajadores catalanes, extremeños, vascos, manchegos, aragoneses, riojanos y navarros. Aplaudidos con cariño los numerosos bomberos allí presentes que, a diferencia de la policía, están siempre al lado del pueblo. Jóvenes y mayores, matrimonios de todas las edades, representantes sindicales, compañeros y compañeras anarquistas, ecologistas, feministas y de muy diversos movimientos sociales: el pueblo en toda su variedad social y política llenaba la calle en paz. A pesar del silencio de los medios y las amenazas del poder, más de un millón de ciudadanos españoles han dicho Basta ya! 

Entre las pancartas de protesta y denuncia, dos banderas daban el color dominante a esta imponente manifestación: la bandera roja y la bandera tricolor republicana. A diferencia del PP que desde días antes soltaba la baba de su odio de clase contra la manifestación y los casi 2000 policías antidisturbios, y a diferencia también del PSOE que con elegancia se desmarcaba de la convocatoria por considerarla demasiado izquierdista aunque decía “respetarla” (?), el viejo/nuevo PCE allí estaba entre el pueblo, como antes en la Defensa de Madrid y como en los siniestros años del franquismo. Un cronista imparcial ha pintado bien el escenario de la protesta con unas pertinentes referencias al pasado:


Apenas había llegado yo a casa al término de la manifestación, cuando, ante mi sorpresa, los medios antes silenciosos mostraban en vivo las cargas policiales que se estaban produciendo contra los manifestantes. Todo indica que los responsables de la delegación del gobierno de Madrid y del ministerio del Interior querían demostrar que la calle era suya, como en los viejos tiempos de Fraga. Había que expulsar con la mayor contundencia posible a los que pretendían acampar en el Paseo de Recoletos provocando así los buscados enfrentamientos entre policías y manifestantes. Hagamos un poco de memoria. En agosto de 2011 ese mismo Paseo entre las plazas de Cibeles y Colón lo cerró al tráfico durante seis días el ayuntamiento del PP convirtiéndolo en una gigantesca sacristía con toda clase de cofradías e imágenes religiosas http://www.abc.es/20110810/sociedad/abci-cortado-trafico-seis-dias-201108101809.html

Item más. Durante la visita del Papa Benedicto XVI estos “protectores de los espacios públicos” transformaron el Parque del Retiro en un gigantesco confesionario y convirtieron la base aérea de Cuatro Vientos, en el suroeste de Madrid, en el mayor campamento jamás montado en España destinado a acoger la misa final de la Jornada Mundial de la Juventud: http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/293042/base-aerea-de-madrid-acogera-a-mas-de-un-millon-de-jovenes-en-misa-con-el-papa/

El objetivo final tanto de la reaccionaria Cristina Cifuentes como de sus jefes políticos no es otro que convertir la gigantesca y pacífica Marcha de la Dignidad del 22-M en una violenta página de sucesos donde los manifestantes son los malos y la policía que protegía la cueva de ladrones de calle Génova y sellaba toda el área al tránsito urbano es la víctima de los antisistema. Ahora dicen algunos perros ladradores que los dirigentes de izquierda que apoyaban la convocatoria tienen que pedir perdón. Los que han hundido Caja de Madrid, los que han robado fondos públicos en la trama Gürtel, los que han ordenado disparar contra los emigrantes y han provocado la muerte de quince africanos en Ceuta tienen ahora la desvergüenza de exigir reparación. Estos dirigentes del PP me recuerdan los infames consejos de guerra de la dictadura de Franco donde los sublevados fascistas acusaban de “ayuda a la rebelión” a los republicanos que habían defendido la legalidad constitucional. 

León Felipe, allá en el exilio de México, los retrató bien en este poema:

“Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos”.

El fin de un régimen

Con la muerte de Adolfo Suárez el Rey, el gobierno del PP y los dirigentes del PSOE quieren dignificar la inmunda política actual. Los mismos que lo despreciaron en vida (con Alfonso Guerra en primera línea) y desintegraron su partido político (con Calvo Sotelo al frente) y traicionaron al principal dirigente de la Transición que no sólo legalizó al PCE en contra de los deseos del Departamento de Estado USA sino que se negó a meter a España en la OTAN echándole encima a los fascistas irredentos, a los militares ultras y a la cúpula de la CEOE con Ferrer Salat a la cabeza, lloran hoy hipócritamente su desaparición. A pesar de las contradicciones que implicaba su proyecto político, él fue un hombre honesto que al final se quedó solo por no plegarse al poder económico, ni a los nostálgicos del franquismo, ni al imperialismo de los EEUU. Como en las antiguas tragedias griegas, al final de su vida perdió la memoria, según dicen. Descanse en paz. Pero la Transición que encabezó puede decirse que ya estaba muerta antes de que él desapareciera: la crisis económica la descarnó y la evolución del régimen monárquico con toda su podredumbre agotó su energía. 

Sacando fuerzas de flaqueza ante la servidumbre de los dos grandes partidos y la pasividad de las cúpulas de los dos principales sindicatos, el pueblo dio este 22-M un histórico paso adelante. Ha comenzado por recuperar la Dignidad. Todo lo demás le vendrá por añadidura.

Rebelión